En una fecha tan hermosa y densa de significado como es ésta de la Natividad del Señor, me pongo en comunicación con vosotros, presentándoos los mejores deseos de que el Padre os enriquezca con los dones que quiso damos en la encamación de su Hijo: ante todo a Sí mismo, porque Jesús vino precisamente a damos a Dios, y con Él su amor, su alegría, paz, luz, verdad y vida.