Ya hace tiempo que no os escribo. No ha sido descuido mío y menos aún falta de deseo de hacerlo; al contrario, bien sabéis cómo os quiero y cómo os llevo en el corazón. Al visitar las lnspectorias me he dado cuenta, una vez más, de que las circulares, como los diferentes documentos de la Congregación, viajan a velocidades diferentes.