El Rettor Maggiore escribe al inicio del año jubilar dedicado al Padre, de quien provienen todos los dones. Entre los más grandes que hemos recibido en nuestra existencia se encuentra, después del dono del Bautismo y de la vida cristiana, la gracia especial de la consagración sobre la cual invitó a reflexionar en la carta anterior.
En ella se destaca el precioso don concedido a algunos por el Padre (cf. Mt 19,11; 1 Cor 7,7) para consagrarse exclusivamente a Dios con un corazón que en la virginidad o el celibato se mantiene más fácilmente indiviso (cf. 1 Cor 7, 32-33). Por lo tanto, ha considerado oportuno continuar el tema iniciado proponiendo algunas sugerencias sobre esta dimensión de la consagración. Las Constituciones presentan la manifestación singular que este don tiene en nuestro carisma, cuando afirman que es “un amor ilimitado a Dios y a los jóvenes”. Este amor implica la entrega total de sí mismo y prepara para enfrentar con mayor libertad y prontitud incluso el riesgo de la vida en las fronteras de la misión a los pueblos, así como la solidaridad con los pobres y las situaciones conflictivas.
ÍNDICE
- 1. La castidad por el Reino. Lo que hemos profesado.
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- El clima cultural.
- La certeza inspiradora: un amor que anuncia al Resucitado y lo espera.
- 2. Castidad y carisma salesiano. En el surco de una tradición.
- Al servicio del amor educativo.
- Signo de la donación total.
- «Como un postulado de la educación».
- Complementariedad enriquecedora.
- 3. El camino hacìa la madurez. Una emergencia que desafia
e interpela.- Un recorrido que hay que asumir.
- Discernimiento vocacional y formación inicial.
- La parte de la comunidad.
- Conclusión: la fuerza de una profecìa.
Periodo de referencia: 1999
J. Vecchi, «Un amor ilimitado a Dios y a los jòvenes», in «Actas del Consejo general», 80 (1999), 366, 3-49.
Institución de referencia:
Direzione Generale SDB